Un valor seguro, pues no pasa de moda y reaparece invierno tras invierno.
Esta prenda, clásica en sus formas, con una solapa ni muy grande, ni muy pequeña, con cinturón y de un largo hasta la rodilla salvará de muchos apuros a más de una.
Las gabardinas que llevan un forro especial, es decir, plumas, piel o un simple acolchado de guata son ideales para afrontar los días más fríos y las de tejidos brillantes o satinados son perfectas para salir de noche.
SU HISTORIA
La primera gabardina como tal fue inventada por Thomas Burberry y no por un asunto relacionado con la Moda precisamente. La inventó ante la necesidad que tenían los trabajadores del campo de tener una prenda resistente e impermeable que les protegiera de la lluvia. Burberry empezó a experimentar con el algodón y para conseguir la “tela de gabardina” impermeabilizó el hilo antes de tejer la tela, así conseguía el efecto deseado: que las gotas de lluvia resbalasen por el tejido.
Hoy en día, la gabardina, es una de esas piezas que puede presumir de formar parte del armario de toda mujer, con independencia de la edad de esta. Es por eso que no seria de extrañar que te topases con una en el armario de tu madre o tu abuela.
Curioso ¿verdad?